lunes, 7 de noviembre de 2016

Mi hogar está entre Washington y Valencia



Valencia, 7 de Noviembre de 2016

Washington D.C. es una ciudad donde los lobistas representan a sectores con unos intereses muy especiales a costa de la ciudadanía. La mayoría de las personas educadas de esta zona, incluyéndome a mí, tenemos poco respeto por sus prácticas y también por los políticos que aceptan sus sobornos en forma de contribuciones a sus campañas. El público carente de información no es consciente  y es manipulado mediante sus campañas desinformativas.


Durante los últimos cuatro años he pasado la mitad de mi tiempo en Valencia. Tengo una agencia de viajes en Estados Unidos y a menudo recomiendo  a mis clientes Valencia, por encima de Madrid y Barcelona. También uso y recomiendo plataformas como Airbnb. Las ventajas son demasiado numerosas para enumerarlas ahora. Mi novia administra varias viviendas propiedad de su familia en esta ciudad mediterránea y a menudo tengo el placer de conocer a sus huéspedes. Al igual que yo, son personas bien educadas, maduras y les gusta disfrutar de un ambiente hogareño cuando viajan.

Está claro que el lobby hotelero está promoviendo una percepción negativa de las viviendas turísticas que pertenecen a personas particulares locales y también gestionadas localmente. La campaña está dirigida a un público ingenuo a través de campañas de comunicación en periódicos, consultores externos que presionan a las autoridades locales y por supuesto los confunden con el mal comportamiento de algunos vecinos,  visitantes de los barrios, momentos de botellones, etc, con el uso que por general familias y turistas les dan a estas específicas viviendas turísticas. Así, injustamente se acusa a propietarios de viviendas turísticas de hospedar a grupos de gente que  beben en exceso y quebrantan el orden ciudadano en las calles y en los edificios.  También estos grupos de presión están promoviendo la imagen falsa de que estas viviendas son propiedad de inversores extranjeros.
Toda esta alarma social ha generado que el Ayuntamiento tenga incertidumbre acerca de cómo enfocar la situación.

Es  triste ver cómo las tácticas de las corporaciones lobistas se expanden  a otros lugares. Esparcir una letanía de percepciones erróneas no necesita una gran cantidad de imaginación. Después de todo es normal que los hoteles sirvan como modernos burdeles de día para las trabajadoras sexuales, y también es normal  se benefician del consumo del alcohol en sus bares y en sus habitaciones, son lugares  donde es imposible descansar después de las seis de la mañana por el ruido de los portazos de las habitaciones contiguas, sus empleados están entre los trabajadores peores pagados del país y puedan utilizar la ingeniería financiera y argucias fiscales para no pagar impuestos en España.

El último artículo que leí sobre turismo indicaba que los hoteles no tenían capacidad para acomodar al creciente número de visitantes proyectado para los próximos años. Los propietarios de viviendas turísticas podrían satisfacer este déficit a pesar de las diferencias entre viviendas turísticas y hoteles.

Para un país cuyo motor principal es el turismo, castigar las viviendas turísticas sin causa justificada, significaría además de la merma en la recepción de impuestos sobre la renta, un aumento del número de desempleados o sin sustento y una crisis económica que devengará en el embargo o venta forzosa de bienes inmuebles, en un mercado inmobiliario paralizado.

Es allí donde la responsabilidad de los medios de comunicación de informar fehacientemente al público pesa. Publicitar la versión de un lado sin dar voz al otro lado no sería periodismo responsable.


John Mahlmann
Doctor en Filosofía, University of Maryland, US.

Este artículo ha sido traducido y adaptado a lengua castellana. Fue originalmente redactado en  lengua inglesa. Si prefieres leer la versión original pulsa este enlace: https://goo.gl/3pjcGm





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